Empresarias B en América Latina y su rol en la evolución del triple impacto

¿Cómo dan respuesta las Empresas B fundadas y lideradas por mujeres a los desafíos por lograr la igualdad de género? ¿Qué lugar ocupa el género en sus organizaciones e industrias? ¿Qué preocupaciones tienen en relación con este tema? Algunas respuestas e interrogantes de empresarias B de la región.

La Agenda 2030 propone lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas en su Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 y llama a las empresas, entre otros actores relevantes, a realizar su aporte en ese sentido. Así, desde 2015, por primera vez la agenda del desarrollo global identifica a las empresas como actores clave en el alcance de los objetivos de desarrollo sostenible.

Entre agosto y septiembre de 2022 conversamos con emprendedoras y lideresas de Empresas B de Argentina, Chile, Colombia y México para entender qué están haciendo y qué les preocupa en relación con la igualdad de género.

Una mirada interseccional: mucho más que género

Uno de los primeros aspectos a remarcar acerca del punto de vista de las empresarias B con las que conversamos es que muchas consideran la igualdad de género parte de una agenda mayor que busca impactar en las diferentes fuentes de desigualdad que caracterizan a las sociedades en las que se desenvuelven. Así, estas mujeres traen intuitivamente una mirada interseccional. Es decir que piensan a la vulnerabilidad social como la encrucijada de diferentes fuentes de exclusión y discriminación en el mercado de trabajo: el género, la clase social, los niveles educativos, el color de la piel, la discapacidad, el acceso a la salud, etc. Por otra parte, en la región más desigual del mundo, muchas de sus organizaciones orientan su agenda de inclusión a poblaciones de bajos recursos.

“En un contexto de problemáticas sociales tan grandes, (el género) es solo una parte del enfoque Me interesa que seamos conscientes de dónde están las necesidades, las vulnerabilidades para crear oportunidades. Que las empresas incluyan personas que hoy tienen vulnerados sus derechos y oportunidades es un abordaje para celebrar.”

(Cecilia Peluso, CEO de Grupo Limpiolux)

“Trabajo más con hombres porque es un trabajo que necesita de fuerza. Es inclusivo laboralmente porque recibimos personas con problemas de adicción. Obviamente por la oportunidad laboral que damos, que no es la mejor. Cualquier persona con alta escolaridad no va a venir a recolectar excrementos pero sí el campesino, el que no consigue trabajo fácil… Desde este punto de vista, la evaluación y la clasificación de la certificación ayudó mucho. De nuestra debilidad encontramos una oportunidad pues sabemos que vamos a tener un personal rotativo mucho tiempo, entonces lo que hacemos es pensar que si vamos a trabajar con este tipo de personas, adaptémonos y miremos cómo vamos a mejorar.”

 (Adriana Bedoya, Fundadora y gerente de Ecopoop)

En segundo lugar, algo que remarcan de sus experiencias es que la Certificación de Empresa B opera como un proceso de mejora continua que las ha llevado, en muchos casos, a ir ampliando y complejizando sus estrategias de impacto social. Ello sin descuidar la misión de la empresa y estando atentas a los aportes más valiosos que pueden hacer al articular su agenda de impacto con sus modelos de negocio.

“Lo que trabajamos algunas Empresas B y lo que enseña el camino es trabajar en aquello que podés hacer para seguir mejorando, lo que podés evitar y dejar de hacer y aquello que podés seguir multiplicando para impactar positivamente. Gracias a la certificación descubrimos cuestiones de diversidad y de género para seguir trabajando.”

(Guadalupe López, Líder de Comunicación y MKT de Grupo Limpiolux)

¿Cuáles son los desafíos para las mujeres que observan las empresarias B?

Pese a que los grandes números nos muestran un camino hacia mejores niveles de igualdad de género, las empresarias B observan con preocupación una serie de desafíos que enfrentan junto a otras mujeres ligadas a sus organizaciones.

La búsqueda de balance entre la vida personal, familiar y laboral es una de las problemáticas mencionadas con más frecuencia. Al igual que en el mercado de trabajo en general, estas lideresas y emprendedoras consideran que, si bien tener una startup y trabajar en un ecosistema que prioriza el bienestar de las personas son un buen marco para mejorar la conciliación entre trabajo, vida personal y familiar, muchas enfrentaron momentos particularmente desafiantes a través de los años. En línea con esto, nuestra investigación anterior encontramos que a nivel general, sólo el 10% de las empresas de la región que respondieron los cuestionarios sobre sustentabilidad empresarial ofrecen guarderías en el lugar de trabajo. A diferencia de los indicadores anteriormente mencionados, este nivel no varía significativamente dentro de las Empresas B Certificadas.

El segundo desafío que es mencionado con mayor recurrencia tiene que ver con el acceso a roles de liderazgo. Muchas de estas mujeres observan que aún dentro del ecosistema de empresas preocupadas por la sustentabilidad, los lugares de toma de decisión siguen estando mayoritariamente habitados por varones. Según su percepción, este desafío tiene varias aristas:

  • Las barreras ligadas al trabajo reproductivo que impiden a las mujeres llegar a los espacios de toma de decisión.
  • La dificultad para ejercer efectivamente el liderazgo en contextos sociales aún fuertemente machistas.
  • La autoexclusión frente a escenarios percibidos como desafiantes.
  • Procesos de autodiscriminación en la valoración material y el reconocimiento del propio trabajo.
  • Brechas salariales entre varones y mujeres y entre distintos niveles de jerarquía dentro de las organizaciones.
  • Experiencias de discriminación por parte de colegas.
  • Dificultades para legitimar roles de autoridad frente a colaboradores varones.

Por último, algunas empresarias remarcaron el desafío que representa la falta de mujeres calificadas para el desempeño de determinadas tareas, especialmente en industrias masculinizadas.

Por María Eugenia Funes* y Mariana Paludi**

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